Hubo un tiempo en el que nos sentíamos cenicientas porque nos moríamos de ganas de ir a la fiesta donde sabías que tu principe iba a estar, pero la malvada madrastra no te dejaba ir, o si te dejaba te decía que a X hora tenías que estar en casa.
De mala gana y con peor cara no te quedaba otra que obedecer ya que era ella la que mandaba en la casa.
El tiempo pasa y la malvada madrastra ya no es tan malvada y ya no hace falta ir a esa fiesta porque ese príncipe ya pasó a la historia.
Con los años nos damos cuenta que no está de mas obedecer de vez en cuando a quien sabes que
tiene razón, que no era tan malo tener que ir pronto a casa y que no se acababa el mundo al ver que el príncipe se quedaba allí cuando tú te tenías que ir.
Hoy en día ves que la malvada madrastra se ha convertido en tu conciencia, la que te dice que tienes que hacer y que no, qué está bien y que no, que te viene mejor o peor...
Y hoy mi malvada madrastra me ha mandado a casita como la cenicienta, no vaya a ser que esa flamante carroza el día de mañana se vaya a convertir en una gran calabaza que no hace mas que pesar en tu espalda y recordarte que no hiciste las cosas bien.
Asique como una niña buena y con una limpia conciencia aquí a la cenicienta no le queda otra que retirarse a sus aposentos, pero sabe de sobra que esto no va a ser siempre así y que el día que la malvada madrastra le deje, irá a la fiesta o a las fiestas a encontrarse con su príncipe o sus príncipes.
TIRO UNA PIEDRA AL AIRE...
Hace 4 años
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